lunes, 18 de noviembre de 2013

Odisea 2013: un sediento en capital.



 Hace dos semanas mas o menos, estaba yo en el centro, aunque no era el microcentro, era un lugar concurrido y por dicha razón, es el punto central de negocios, venta al publico entre otras ramas (por eso se le llama centro).
Por cuestiones de la vida económica y financiera, para el mediodía solo poseída en efectivo unos numerosos 6 pesos. Los cuales a causa de la inflación y otros hechos económicos, sabemos que no sirven de mucho frente al hecho de querer realizar una compra-venta contra un insumo consumible.
Ese día recuerdo bien que andaba con paragua y remera manga corta, ya que según el servicio del clima decía que iba a estar “nublado con probabilidad de lluvia” y una máxima de 23 grados. Mas que aceptable, salvo por la lluvia lo cual me preocupaba, porque la lluvia en el centro es especial (vean mi entrada anterior para entender que quiero decir con esto).
Pero desde la mañana no hizo mas que aumentar el calor de forma sideral y se despejaba, dejando un hermoso y enorme sol sobre mi cabeza.

El punto en cuestión fue el siguiente: Tenía sed… Mucha sed.
Podría analizar el hecho de no haber tomado nada desde la mañana, un dolor de cabeza, el famoso problema de garganta seca, también por actividad física no correlativa con la aptitud anatómica o también llamado “el gordito que andaba corriendo”. Nada de eso es realmente relevante, el tema es que tenía sed y no pensaba aguantar llegar a mi casa así.

Separado lo del viaje, contando con la famosa SUBE, solo disponía de $6 útiles, líquidos y cambiarios. Decidí ir a un kiosco lo cual aclaro hace bastante no veía los precios de los productos que este vende.
Seis pesos en el mercado.
Al llegar una señora no muy mayor, con ya mala predisposición y como desentendida del tema durante toda la conversación, me atiende mientras hacia algo bajo los estantes, que jamás sabré que.
Después de mi cordial saludo y de preguntar precios de gaseosas chicas, la señora me marca algunas de primera y segunda calidad a precios que iban de 15 a 8 pesos. Al igual que las aguas, y hasta las cepitas chicas estaban “unos” 6 pesos.
Rápidamente opte por despedirme y dirigirme a otro kiosco más cercano. Obviamente necesitaba comprar la bebida más rendidora, no la de mayor calidad.
Tras una cuadra en la misma vereda, otro kiosco un hombre de unos 30 y algo me atiende con mejor actitud.
Ante la misma pregunta, su lista de precios parecía mas larga y hasta algunas tenían explicación del valor. Sin embargo, llegamos al mismo hecho que antes. La gaseosa más barata estaba 7 pesos, es decir, un porcentual mínimo arriba de mí efectivo a gastar.
Le dije que solo tenía 6 pesos, a lo cual recurrió a una explicación casi de amigo, solo para ponerme al tanto.
Interpretacion: "el juguito ese"
“Mira, debajo de 5 pesos no hay nada de este tamaño, tenes que comprar el juguito ese… ese, que yo no vendo acá. También tenes a 4 pesos la coca, pero no vendo de esa, fíjate en frente. Ese tipo vende esas gaseosas. Se llama Gustavo”
En realidad no dijo Gustavo, en si, en realidad no recuerdo, pero me dijo el nombre. Como si por decir “hola Gustavo, dame una gaseosa barata” entraba en una especie de circulo especial, algo como masónico, donde saca una gaseosa barata, de esas de muchos litros a 5 pesos, como en alguna época ficticia de los 90’.
No lo pensaba hacer, creo que eso no iba a suceder y tampoco me interesaba que pase, siempre y cuando tenga gaseosas baratas.
"Tengo solo cepita y… y esto" Saca de una repisa (aclaro, no de una heladera) una botellita de vidrio de color naranja. Mi primera impresión fue que era esa gaseosa de naranja de primera línea, en su formato de botellita de vidrio, pero no. No era ese, al menos eso creo. La forma era diferente y no tenia nombre escrito.
Ya de por si, una gaseosa caliente no me interesaba y que el hombre que la vende te diga como marca “esto”, te da mala espina.
Volví sobre mis pasos a confesarle el monto del dinero que manejaba y dejar en claro que la cepita si bien resolvía mi problema a corto plazo, era una perdida de dinero a mi entender y talvez la solución a corto plazo no sea mi resolución del conflicto total. Podría llegar a pensar que mi sed es proporcional a un poco más de lo que traía esa cajita pequeña, dejándome insatisfecho.
El señor muy gustoso me dijo “anda y pedile una Pryty al del frente, ese la vende a 6”
”una priti?”
“Si, una prytee de limonada”
“Vengo de allá, no me pareció ver que tenga pretee, pero pregunto. Gracias”

Decidí volver al otro kiosco, antes de comprarme una cepita, a comprar una… bueno, como dijo el señor, una limonada!

Contenido de color real.
“Hola, volvi, el señor me dijo que tiene prity a 6 pesos?”
“jajajaja… no no, ahora esta 7 también. Vos decís una pritty!?”

Veo que cuando se aleja de mi persona y regresa al instante con una botella de un liquido, no totalmente amarillo, pero de un fuerte fluor. Prácticamente del mismo color del resaltador. Lo veo, me asusta, pero me suena familiar. Es de marca al menos… creo.

”No deja, igual, si esta 7 no me alcanza”

Resignado, volvía sobre mis pasos saliendo de su vereda para volver a cruzar y llevarme una cepita. Que al final de cuentas, sabia lo que era y como se decía.

“Espera! Te la dejo a 6, después me la devolves”

El gesto generoso, o aparentemente generoso del señor se dio cuando hicimos el cambio, la transacción sagrada que dejaría satisfechos a ambos. Aunque a lo último me dijo:

“No te hagas drama… mañana me lo das”

Nuevamente una obligación nacía en mi persona, cuando ya me dio la botella. No se que hizo pensar a ese tipo que iba a volver al día siguiente, o que iba a volver a darle el peso o que iba a darle el peso… Es decir, me lo dejaste a 6. Así lo entendí yo.
Se escribe Pritty pero se dice priti.
La bebida en cuestión no era fea. Aun estoy intentando descubrir su sabor, al parecer la mejor forma de describirla es… limonada con algo mas!

Al final, después de una ardua lucha por conseguir una gaseosa a 6 pesos, aprendí mucho en mi camino:
  • no hay gaseosas de 6 pesos, al menos no por esa zona.
  • La coca volvió a vender latitas bajitas ahora a 4 mangos.
  • La cepita chica es un afano.
  • Los kioscos del centro no te fían ni un mango.
  • Se dice “priti”
Lo esencial es tomar mucho líquidos antes de viajar al centro. Es mejor mearse que tener sed sin un mango en el bolsillo.


Desde aquí... El espectador activo: bebiendo pretty. (alto chivo)

1 comentario: