Hace dos
semanas mas o menos, estaba yo en el centro, aunque no era el microcentro, era
un lugar concurrido y por dicha razón, es el punto central de negocios, venta
al publico entre otras ramas (por eso se le llama centro).
Por
cuestiones de la vida económica y financiera, para el mediodía solo poseída en
efectivo unos numerosos 6 pesos. Los cuales a causa de la inflación y otros
hechos económicos, sabemos que no sirven de mucho frente al hecho de querer
realizar una compra-venta contra un insumo consumible.
Ese día
recuerdo bien que andaba con paragua y remera manga corta, ya que según el
servicio del clima decía que iba a estar “nublado con probabilidad de lluvia” y
una máxima de 23 grados. Mas que aceptable, salvo por la lluvia lo cual me
preocupaba, porque la lluvia en el centro es especial (vean mi entrada anterior
para entender que quiero decir con esto).
Pero desde la mañana no hizo mas que aumentar el calor de forma
sideral y se despejaba, dejando un hermoso y enorme sol sobre mi cabeza.
El
punto en cuestión fue el siguiente: Tenía sed… Mucha sed.
Podría
analizar el hecho de no haber tomado nada desde la mañana, un dolor de cabeza,
el famoso problema de garganta seca, también por actividad física no
correlativa con la aptitud anatómica o también llamado “el gordito que andaba
corriendo”. Nada de eso es realmente relevante, el tema es que tenía sed y no
pensaba aguantar llegar a mi casa así.
Separado
lo del viaje, contando con la famosa SUBE, solo disponía de $6 útiles, líquidos
y cambiarios. Decidí ir a un kiosco lo cual aclaro hace bastante no veía los
precios de los productos que este vende.
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Seis pesos en el mercado. |
Al
llegar una señora no muy mayor, con ya mala predisposición y como desentendida
del tema durante toda la conversación, me atiende mientras hacia algo bajo los
estantes, que jamás sabré que.
Después
de mi cordial saludo y de preguntar precios de gaseosas chicas, la señora me
marca algunas de primera y segunda calidad a precios que iban de 15 a 8 pesos.
Al igual que las aguas, y hasta las cepitas chicas estaban “unos” 6 pesos.
Rápidamente
opte por despedirme y dirigirme a otro kiosco más cercano. Obviamente
necesitaba comprar la bebida más rendidora, no la de mayor calidad.
Tras una cuadra en la misma vereda, otro kiosco un hombre de unos 30 y algo me
atiende con mejor actitud.
Ante la misma pregunta, su lista de precios parecía mas larga y hasta algunas
tenían explicación del valor. Sin embargo, llegamos al mismo hecho que antes.
La gaseosa más barata estaba 7 pesos, es decir, un porcentual mínimo arriba de
mí efectivo a gastar.
Le dije
que solo tenía 6 pesos, a lo cual recurrió a una explicación casi de amigo,
solo para ponerme al tanto.
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Interpretacion: "el juguito ese" |
“Mira,
debajo de 5 pesos no hay nada de este tamaño, tenes que comprar el juguito ese…
ese, que yo no vendo acá. También tenes a 4 pesos la coca, pero no vendo de
esa, fíjate en frente. Ese tipo vende esas gaseosas. Se llama Gustavo”
En realidad no dijo Gustavo, en si, en realidad no recuerdo, pero me dijo el
nombre. Como si por decir “hola Gustavo, dame una gaseosa barata” entraba en
una especie de circulo especial, algo como masónico, donde saca una gaseosa
barata, de esas de muchos litros a 5 pesos, como en alguna época ficticia de
los 90’.
No lo
pensaba hacer, creo que eso no iba a suceder y tampoco me interesaba que pase,
siempre y cuando tenga gaseosas baratas.
"Tengo solo cepita y… y esto" Saca de una repisa (aclaro, no de una heladera)
una botellita de vidrio de color naranja. Mi primera impresión fue que era esa
gaseosa de naranja de primera línea, en su formato de botellita de vidrio, pero
no. No era ese, al menos eso creo. La forma era diferente y no tenia nombre
escrito.
Ya de
por si, una gaseosa caliente no me interesaba y que el hombre que la vende te
diga como marca “esto”, te da mala espina.
Volví
sobre mis pasos a confesarle el monto del dinero que manejaba y dejar en claro
que la cepita si bien resolvía mi problema a corto plazo, era una perdida de
dinero a mi entender y talvez la solución a corto plazo no sea mi resolución
del conflicto total. Podría llegar a pensar que mi sed es proporcional a un
poco más de lo que traía esa cajita pequeña, dejándome insatisfecho.
El
señor muy gustoso me dijo “anda y pedile una Pryty al del frente, ese la vende
a 6”
”una priti?”
“Si,
una prytee de limonada”
“Vengo
de allá, no me pareció ver que tenga pretee, pero pregunto. Gracias”
Decidí volver al otro kiosco, antes de comprarme una cepita, a comprar una…
bueno, como dijo el señor, una limonada!
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Contenido de color real. |
“Hola,
volvi, el señor me dijo que tiene prity a 6 pesos?”
“jajajaja…
no no, ahora esta 7 también. Vos decís una pritty!?”
Veo que
cuando se aleja de mi persona y regresa al instante con una botella de un
liquido, no totalmente amarillo, pero de un fuerte fluor. Prácticamente del
mismo color del resaltador. Lo veo, me asusta, pero me suena familiar. Es de
marca al menos… creo.
”No deja, igual, si esta 7 no me alcanza”
Resignado,
volvía sobre mis pasos saliendo de su vereda para volver a cruzar y llevarme
una cepita. Que al final de cuentas, sabia lo que era y como se decía.
“Espera!
Te la dejo a 6, después me la devolves”
El gesto generoso, o aparentemente generoso del señor se dio cuando hicimos el
cambio, la transacción sagrada que dejaría satisfechos a ambos. Aunque a lo
último me dijo:
“No te
hagas drama… mañana me lo das”
Nuevamente una obligación nacía en mi persona, cuando ya me dio la botella. No
se que hizo pensar a ese tipo que iba a volver al día siguiente, o que iba a
volver a darle el peso o que iba a darle el peso… Es decir, me lo dejaste a 6.
Así lo entendí yo.
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Se escribe Pritty pero se dice priti. |
La
bebida en cuestión no era fea. Aun estoy intentando descubrir su sabor, al
parecer la mejor forma de describirla es… limonada con algo mas!
Al
final, después de una ardua lucha por conseguir una gaseosa a 6 pesos, aprendí
mucho en mi camino:
- no hay gaseosas de 6 pesos,
al menos no por esa zona.
- La coca volvió a vender
latitas bajitas ahora a 4 mangos.
- La cepita chica es un
afano.
- Los kioscos del centro no
te fían ni un mango.
- Se dice “priti”
Lo
esencial es tomar mucho líquidos antes de viajar al centro. Es mejor mearse que
tener sed sin un mango en el bolsillo.
Desde aquí... El espectador activo: bebiendo pretty.
(alto chivo)